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Cuando los padres no se ponen de acuerdo en la educación de los hijos

Aparentemente, la sociedad actual nos enseña a superarnos, a alcanzar metas personales, a destacarnos para ser mejores que el resto, pero a veces nos olvidamos que para alcanzar el éxito, siempre es necesaria una buena compañía. En lo que se refiere a la educación infantil, los padres deben trabajar en equipo, especialmente en la toma de decisiones para la formación de los hijos.

“Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: ‘Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada’” (Génesis 2:22-23).

Este pasaje bíblico, muy conocido, nos recuerda cómo Dios creó a los primeros seres humanos y cuál era su verdadero propósito. Especialmente, cuando creó a la mujer a partir del cuerpo de Adán, lo hizo pensando que sería una ayuda idónea para alegrar su vida y su trabajo en el Edén. Adán y Eva iban a complementarse y formar el equipo perfecto, ya que todo lo que Dios hace es, en esencia, perfecto.

Entonces, ¿por qué vemos parejas en conflicto? Ese no era el plan original. Estamos tan acostumbrados a avanzar en la vida solos; que nos olvidamos que la persona con la cual decidimos compartir nuestra vida no compite contra nosotros; todo lo contrario, es un aliado que avanza en nuestra misma dirección.

Continuando el relato bíblico, Dios menciona que el hombre y la mujer dejarían su parentela y formarían un hogar. Cada cónyuge proviene de hogares diferentes, con costumbres y enseñanzas dispares. Pero ambos mundos ahora deben encontrar un equilibrio para poder formar el hogar que ellos desean. Y es un trabajo en equipo.

Habiendo presentado la raíz de la problemática, compartiré algunos consejos para alcanzar este anhelado equilibrio y encontrar un acuerdo justo con la educación de los hijos.

  1. Pida orientación a Dios. Algo que como cristianos debemos tener claro es que en medio de cualquier situación o circunstancia que nos enfrentemos, nuestro primer clamor debe ser a Dios. Cada día el cristiano encomienda sus actividades al Señor y es él quien nos otorga sabiduría frente a cada decisión. No consideremos como pequeño el desafío de establecer normas en el hogar. Pida a Dios y junto a su pareja clame por orientación buscando lo mejor para su vida familiar.
  2. Converse con su pareja. La comunicación siempre es la herramienta eficaz para llegar a un acuerdo, antes de casarse conversen sobre los principios y valores con los cuales ustedes desean educar a sus hijos; quizás para algunas personas este tipo de conversaciones pueden parecer precipitadas durante su periodo de noviazgo, pero es algo de suma importancia antes de formar un hogar. Ambos deben establecer un acuerdo sobre lo permitido y no permitido dentro de la educación, para que cuando la situación se presente no los sorprenda. Estableciendo las precauciones debidas, ya habrá un camino por el cual seguir. Este consejo también aplica para hogares que ya estén conformados, nunca es tarde para dialogar con su cónyuge y establecer decisiones como pareja en relación a la educación de los hijos. Estas conversaciones los ayudarán a anticiparse a las dificultades.
  3. Escuche y converse con sus hijos. Recuerde en todo momento que sus hijos son seres humanos con capacidad y emociones al igual que usted, y que muchas veces no podrán comprender por qué los está educando de tal o cual modo. Ellos se encuentran en un proceso de desarrollo, permítales expresarse sin miedo, deben encontrar en usted -después de Dios- su principal fuente de confianza. Explíqueles el deseo que tiene en convertirlos en personas temerosas de Dios en medio de cualquier situación. A través del diálogo estará conociendo a sus hijos y otorgándoles su confianza. Así podrán entender mejor por qué existen las reglas. Es decir, no invalide la capacidad cognitiva de sus hijos. Esto no significa que ellos establecerán las reglas, debe recordarles siempre que, así como usted sigue las reglas de Dios y las leyes, su función como padre es direccionar el proceso de crecimiento y la función de los hijos es obedecer las reglas establecidas.
  4. Establezca parámetros de conducta claros con familiares y amigos. Al haber definido normas con su cónyuge y haberlas compartido con sus hijos no existirán divergencias al momento de tomar una decisión y la conocida frase “pregúntale a tu mamá o pregúntale a tu papá” dejará de existir, pues todos en casa hablarán un mismo lenguaje. Cuando todos en su hogar conozcan las normas que lo rigen será mucho más sencillo exponerlas y establecerlas a sus familiares y amigos cercanos para que conozcan y no invaliden o entorpezcan la formación que usted desea impartir a sus hijos.

A modo de conclusión, podemos tomar la misma decisión que Josué:

“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).

Que nada ni nadie pueda quitarle el objetivo principal de todo hogar cristiano: servir a Jehová.

Scarlett España
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