Cómo elegir la mejor metodología de aprendizaje

Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo. Confucio.

La palabra metodología deriva de tres palabras en griego: μέθοδος de μετά (más allá, después) con οδως (camino) y λογος (razón, estudio). Es decir que se refiere a un lugar que se llega por un camino que se transita con estudio y reflexión.

Cuando un docente tiene que escoger cuál es ese camino que con mayor efectividad permite a sus alumnos llegar al aprendizaje esperado, ¿qué debería considerar en esa elección?

Edgar Dale fue un pedagogo norteamericano que estudió cuáles son las actividades que realiza el estudiante que favorecen un mayor aprendizaje. En 1946 publicó su Cono de la Experiencia en el libro de texto Audiovisual Methods in Teaching. Dale publicó otras dos versiones de su gráfico en posteriores reediciones del libro (1954 y 1969). Hoy lo conocemos como el Cono del Aprendizaje.

En el gráfico podemos observar qué tipo de actividades favorecen más el aprendizaje. Las actividades llamadas pasivas como la verbal, auditiva y visual, permiten hasta el 50% del aprendizaje. Y si consideramos la base del cono, donde se encuentran las actividades de naturaleza activa donde el estudiante participa y efectivamente representa, simula o realiza lo que se intenta aprender; el aprendizaje alcanza un 90%.

Por lo tanto, todas las metodologías que estén centradas en la acción tienen un mayor efecto en el aprendizaje. En estas últimas décadas, las llamadas metodologías activas, centradas en la acción del estudiante, han tomado gran relevancia. Las metodologías activas son definidas por Filatro y Cavalcanti Costa como “…estrategias, técnicas, enfoques y perspectivas de aprendizaje individual y colaborativo que involucran e involucran a los estudiantes en el desarrollo de proyectos y / o actividades prácticas”. Estos autores concluyen que los principios esenciales para la aplicación de las metodologías activas son:

• Protagonismo del estudiante. Centralidad en la persona y los sistemas de actividades vinculados a la práctica educativa.
• Colaboración. Producción colaborativa de los conocimientos con enfoque en el proceso y producto del aprendizaje.
• Acción – reflexión. Articulación interdisciplinar y entre teoría y práctica en interacción con el estudiante y el mundo.

Ejemplos de estas metodologías activas están presentes en las enseñanzas del gran Maestro Jesús. El Dr. Arturo Bravo, al estudiar los evangelios, identifica los siguientes métodos: parábolas; sentencias; imágenes; preguntas; citas de la Escritura y del judaísmo; propio testimonio; denuncia; exposición o enseñanza directa; enseñanza situacional; giros sorprendentes. Estas propuestas tienen una característica en común: están centradas en la persona que aprende y sobre todo favorecen el pensamiento reflexivo y crítico.

Jesús es el máximo Maestro a imitar. Por lo tanto, el énfasis de cada clase o lección debería estar en lo que aprende el alumno y no lo que enseña el profesor. Los métodos no son un fin en sí mismo, sino que son solo caminos que se deben elegir cuidadosamente. Si deseamos escoger una metodología que permita un aprendizaje significativo y duradero deberá estar centrado en la acción del protagonista de aprendizaje: nuestro estudiante.

Para concluir, los invito a responder: ¿Cómo elegirían el mejor método para aprender? Pueden dejar sus comentarios debajo.

Bibliografía

• Filatro, A. y Costa C. Metodologias Inovativas na educação presencial, a distância e corporativa. Editora Saraiva. Edición electrónica para Kindle.
• «Jesús como maestro: una propuesta pedagógica». Consultado online
• «22 metodologías innovadoras que todo profesor debería conocer hoy». Consultado online

Por Adriana Morales, investigadora en Ciencias de la Educación – PAEE.