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Experiencias de una docente adventista V

Por María Amalia Melillo de Herbez

Compartimos una serie de artículos que relatan experiencias vividas por la autora, quien trabajó junto con su esposo como docente y directora de instituciones educativas adventistas. Pueden dejar sus comentarios en cada artículo o contactarla directamente por correo electrónico, haciendo clic en su nombre. Si tienen más historias provenientes de distintos países de Sudamérica, podrían formar parte de esta categoría. Por favor, envíen su contribución por correo electrónico, adjuntando imágenes.

A medida que conocemos estas anécdotas, confirmamos que la Educación Adventista es más que enseñanza.

En el Instituto Adventista Mariano Moreno

Llegamos a Posadas, la capital de la provincia de Misiones, en 1990. Esta vez fui designada como directora del actual Instituto Adventista Mariano Moreno (IAMM) y mi esposo fue designado maestro de dos grados. El edificio escolar estaba ubicado en la calle Entre Ríos, entre Corrientes y Jujuy. Era bastante pequeño para la gran demanda de vacantes para todos los grados, desde Preescolar hasta Séptimo. Contaba con una entrada cubierta, que daba paso al patio donde los alumnos compartían sus recreos y sus clases de Educación Física. En la planta baja funcionaba el aula de Preescolar. Al fondo del edificio había un pequeño salón de actos, una pieza destinada al depósito y guarda de los materiales escolares y otra donde se había emplazado la oficina de la Dirección de la escuela. Subiendo por una pequeña escalera, en el primer piso, funcionaban cuatro aulas compartidas en los dos turnos por los grados de Primero a Séptimo.

Recibimos un enorme respaldo en nuestra gestión por parte de la hermandad adventista del lugar. Si bien sentimos profundamente la mano del Señor en todos los momentos de nuestra vida, especialmente apreciamos su dirección en la tremenda responsabilidad de dirigir una institución que era muy bien considerada en la comunidad y que era preferida por muchas familias del lugar, especialmente las de profesión cristiana, provenientes de varias denominaciones religiosas que veían en nuestro plan de estudios un profundo deseo por impartir los valores del Evangelio.
El gran apoyo al proyecto educativo provino de toda la hermandad adventista local, pero resaltamos el apoyo del hermano Ramón Flores, tesorero de la Iglesia Adventista Central y del arquitecto Edgar Steger, presidente de la junta escolar por más de veinticinco años.

En los días previos al comienzo de las clases pudimos percibir goteras en el techo de las aulas ubicadas en el primer piso. Consultamos con el arquitecto Steger, quien luego de inspeccionar la construcción, determinó que debían renovarse todas las chapas de la estructura. ¿Qué hacer? No contábamos con el dinero suficiente. Sin embargo, debíamos solucionar este problema antes de la iniciación del período escolar. Como siempre, oramos al Señor pidiendo su conducción. Mi esposo se presentó en el Ministerio de Educación de la provincia para solicitar una audiencia con el ministro. El día y hora establecidos, planteó la situación límite al ministro, quien le concedió la mitad del costo de la obra. Conversaron sobre variados temas, poniéndole de manifiesto los objetivos seguidos en nuestras instituciones, concernientes a los valores cristianos impartidos en ellas. Muy agradecido, mi esposo se retiró de la oficina del ministro, con la idea de tener una reunión con el personal, para pensar en algún plan que permitiera conseguir la otra mitad del importe necesario para realizar la obra del cambio del techo de las aulas.

Pasados algunos días, a unas cuadras de nuestra escuela, el ministro de Educación se hallaba cambiando un neumático de su automóvil, y aparentemente lo hacía con mucha dificultad. En esos momentos, providencialmente, mi esposo pasó por allí, se bajó de su auto, arregló el problema, y en agradecimiento, el ministro le concedió el importe total del cambio de la estructura del techo escolar. Nuevamente agradecimos a Dios porque su mano fue dirigiendo las circunstancias a fin de que nuestro edificio escolar estuviera en condiciones de funcionar.

María Melillo de Herbez

Docente y directora jubilada de instituciones educativas adventistas.

1 Comentario
  • teresa ostuni de rojas

    12 mayo, 2019 at 8:30 pm

    Me encanto, acabo de mirar los primeros cinco capítulos, espero los siguientes……gracias a Dios por su providencial dirección a través de Mari y Jose Luis!!!

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