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Experiencias de una docente adventista XIII

Por María Amalia Melillo de Herbez

Compartimos una serie de artículos que relatan experiencias vividas por la autora, que trabajó junto con su esposo como docente y directora de instituciones educativas adventistas. Pueden dejar sus comentarios o contactar a la autora directamente por correo electrónico haciendo clic en su nombre. A medida que conocemos estas anécdotas, confirmamos que la Educación Adventista es más que enseñanza.

En Corrientes

Llegamos a la Escuela Adventista de la Ciudad de Corrientes en febrero de 2000. Al ver la demanda de vacantes y el esfuerzo decidido de todo el personal docente para adaptar lo mejor posible las instalaciones, surgió nuevamente el deseo de ampliar el edificio escolar, que lindaba con el templo de la Iglesia Central.

La situación era la siguiente: En la planta baja funcionaba el aula para Preescolar, los sanitarios, un espacio de pequeñas dimensiones para albergar la Dirección y Secretaría, un estrecho patio cubierto y un patio descubierto con las dimensiones de una cancha reglamentaria de vóley, donde se desarrollaban los recreos escolares. El espacio del patio, sin embargo, era insuficiente para desarrollar clases de Educación Física, que se dictaban en un club cercano.

En la planta alta, que se llegaba por estrechas e incómodas escaleras, había dos aulas y una sala de Computación situada en el altillo de la nave del templo. La necesidad de traslado a un predio más apropiado era evidente. Y nuevamente lo conversamos en oración con el Señor.

Mi esposo, que tenía a cargo la Dirección de la escuela, encontró un aviso de venta de un predio que parecía adecuado. En seguida se comunicó con Carlos Gill, pastor del distrito eclesiástico de Corrientes, y fueron a verlo de inmediato. Lamentablemente, la propiedad no era conveniente, así que siguieron caminando sin rumbo preciso. Entonces se encontraron con otro terreno que poseía un pequeño cartel de venta. El pastor, entusiasmado, expresó:

–¡Este es el terreno apropiado para construir la escuela!

Sus dimensiones eran aproximadamente 100 por 83 metros, poco más de una manzana de superficie. Estaba rodeado de añosos eucaliptos, sobre la calle Resoagli, a una cuadra de la avenida Centenario, frente a lo que era el Hipódromo de la ciudad. Distaba a 24 cuadras de la Iglesia Adventista Central y a 17 de la sede de la Asociación Argentina del Norte. Geográficamente hablando, estaba en medio de la ciudad.

Cuando mi esposo pudo averiguar el domicilio del propietario, lo visitó y descubrió que conocía la Iglesia Adventista del Séptimo Día porque habitualmente colaboraba en la recolección anual de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA). Además, vivía a pocas cuadras de la sede de la Asociación Argentina del Norte. Le informó que el terreno era propiedad de su madre, y que sería heredado por varios hermanos. Manifestó la intención de venderlo para distribuir el importe de la venta entre la familia y costear los gastos que generaba el cuidado de la anciana. Uno de los hermanos era agrimensor y se dispuso a obrar como gestor para llevar adelante la venta de la propiedad.

El inquilino actual, dueño de una empresa vial, a pesar de no tener en regla su contrato, al ser intimado por los dueños, no accedió a desocupar el terreno. Las negociaciones continuaron por la venta de la parte no ocupada de la propiedad. Pero, a causa de una enfermedad repentina, el inquilino se retiró de la propiedad y quedó totalmente liberada para concretar la operación.

En cuanto al valor de venta, la familia propietaria fijó un precio tentador, pues era menor a su valor real. Sin embargo, la Iglesia Adventista de Corrientes no contaba con el importe para adquirirlo. Pasaron los meses y un día se acercan a nuestro departamento dos señores que me manifestaron el interés por ver a mi esposo, pues, al decir de ellos, ¡como él había ido a averiguar por la compra del terreno en cuestión y no había regresado más, deseaban tratar con él la forma de que la escuela adventista lo pueda adquirir! Mi esposo no se encontraba en nuestro domicilio, por lo que al comunicarle más tarde esta visita, rápidamente se dirigió a la dirección que estos hombres me habían dejado.

Conversando con ellos le comentaron un suceso muy significativo: Uno de los hermanos y por ende dueño del terreno en cuestión, había fallecido, pero antes de morir le dejó indicado a sus hijos que inste a sus demás hermanos a que vendan el terreno exclusivamente a la Iglesia Adventista del Séptimo Día que tenía por fin construir allí una escuela. Es de imaginar el compromiso que su familia tomó con este encargo por la situación especial en que fue hecho, razón por la cual vinieron ese día a nuestro domicilio, a ofrecer facilidades para que la escuela adventista de Corrientes pueda construir un edificio escolar más apropiado que el que hasta ahora utilizaban. Se llevó la inquietud a la Junta Escolar y esta a la Asociación Argentina del Norte, quien decidió facilitar el dinero necesario en calidad de préstamo, para comprarlo con el plan propuesto por los dueños, de un total de 150.000 dólares, los que ofrecían pagarlos en tres veces. Cabe destacar que con el correr de los años el valor de la propiedad subió considerablemente.

Llegó el momento del cierre de la operación. Se acordó que la tercera parte del importe de la venta a pagar en la moneda nacional, como había sido el trato, se entregaría en el Banco Galicia de la ciudad de Corrientes, para mayor seguridad, pero una de las dueñas solicitó que el pago de su parte, sea en dólares, por lo que en el momento de hacer el boleto de compra y venta, la escribana manifestó que sería mejor que toda la operación se realizara en su escribanía. Entonces, para satisfacer a la parte que solicitaba su importe en dólares, se le encomendó a mi esposo efectuar el cambio del dinero local por la moneda estadounidense, en el Banco Galicia, cosa que realizó satisfactoriamente y al salir de dicho banco para dirigirse hasta la escribanía, se encontró con que había problemas para transitar por las calles, pues se hallaban cortadas por policías. No obstante, al seguir su camino, se encontró con el contador Raúl Kahl con quien se dirigieron rápidamente a la escribanía, en momentos que escucharon ruidos y griterías en dirección al Banco Galicia, apurando el paso subieron al automóvil que los llevaría a destino, prendieron la radio para informarse si fuera posible de lo ocurrido y allí estaban relatando un asalto a mano armada en el Banco donde mi esposo unos minutos antes había hecho el cambio de dinero. Todos quedaron impresionados al conocer el incidente, pero uno de ellos manifestó emocionado como enfatizando lo providencial de la venta: “¡Sigamos adelante, porque este es un negocio divino!”

¡Y sí lo era!, a los pocos meses pusimos la Piedra Fundamental, luego de derribar algunos de los eucaliptos que de tan añosos eran peligrosos inclusive para la vecindad. Entre los asistentes a dicho acto se encontraban: el pastor Acevedo, Departamental de Educación de la División Sudamericana de nuestra iglesia, el pastor Carlos Mesa, Departamental de Educación de la Unión Argentina, todos los administrativos de la Asociación Argentina del Norte, una delegación de alumnos y docentes de la Escuela Adventista de Resistencia, Chaco, la primera Directora de la escuela, Clyde Corti, la hija de la fallecida Directora, Alicia de De Los Santos, en su representación, y toda la comunidad escolar del presente.

Pasaron varios años y luego de saldar todo el importe de la propiedad tan milagrosamente adquirida, la Asociación Argentina del Norte escrituró la misma y comenzó con la concreción del tan anhelado proyecto de realizar un establecimiento educativo que con los años llegó a ser una bendición para nuestros niños y demás personas que desean disfrutar de una educación cristiana, con amplias y cómodas instalaciones.

Continuará…

Educación Adventista Sudamérica

Red de instituciones educativas adventistas en Sudamérica.

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