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Motivar de la forma correcta – parte II

Motivar de la forma correcta – parte II

En el artículo anterior “Motivar de la forma correcta – parte I” se planteó el desafío de saber qué recompensar. A continuación ahondaremos más sobre esta temática.

Considerando la idea de que es mejor retribuir a nivel emocional, social, físico y espiritual, dejo algunas ideas:

 

Recompensas eficaces

Dar privilegios. A los niños, al igual que a los adultos, les gusta sentirse importantes. Para ello, se puede ofrecer como retribución el brindar el privilegio de escoger a qué lugar podrán ir a pasear como familia, qué juego será el elegido para compartir juntos, qué libro comenzarán a leer, entre otros privilegios.

Dar alguna responsabilidad. No hay mejor forma de enseñar responsabilidad a los niños que hacerlos sentir que es un “gran premio” el que cumplan un rol que suelen cumplir los adultos. Por ejemplo, en el caso del docente, que los estudiantes puedan borrar la pizarra, repartir algún material, leer en voz alta frente a los demás, etc. En el caso de los padres, permitir que sus hijos lleven la basura a los contenedores, puedan ayudar a poner los cubiertos en la mesa, elegir el mantel que usarán, entre otras responsabilidades.

Pasar tiempo de calidad. Permitir que los niños logren visualizar que es un privilegio el tiempo que pasan juntos, ya sea con la familia, con los compañeros o docentes, haciendo actividades que sean para afianzar los vínculos de confianza.

Palabras de afirmación. Recompensemos con palabras, tales como: “lo has hecho muy bien”, “te agradezco por el esfuerzo que pones en cada tarea”, “eres un gran hijo o estudiante”, etc. Se aconseja que estas palabras no estén acompañadas de reproches, por ejemplo: “Te comiste todo, a diferencia de los demás días” o “Gracias por hacer tu cama, aunque a la próxima trata de dejar más ordenadas las almohadas”. Este tipo de felicitaciones no se traducen en el cerebro como elogios, sino que la persona se queda con la idea de que no lo ha hecho bien.

Es importante que los docentes conozcan a sus estudiantes, así como los padres conocen a sus hijos, para que las recompensas vayan en armonía a los gustos de ellos y, por ende, tomen real sentido para ellos.

 

Referencia bibliográfica:

Bilbao, Álvaro. El cerebro del niño explicado a los padres. Barcelona, España: Plataforma editorial. 2015.

Stephanie Bustos

Psicopedagoga. Magíster en comprensión lectora y producción de textos. Universidad Andrés Bello, Chile. Asesora pedagógica del Portal de Educación Adventista. Editorial ACES. Buenos Aires, Argentina.

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